El pasado 4 de octubre, durante la celebración del Día Mundial de los Animales, 8 profesionales venezolanos se reunieron en el Foro para la Conservación de la Fauna —organizado por el Instituto Municipal del Ambiente de Chacao, el Banco Nacional de Crédito y el Centro Cultural de Arte Moderno— para exponer y reflexionar sobre los esfuerzos para proteger 7 de las 151 especies catalogadas como «en peligro» y «en peligro crítico» de extinción en el país, según el Libro Rojo de la Fauna Venezolana (2015).

Para Alejandro Luy, gerente general de Fundación Tierra Viva, el manejo responsable de la megabiodiversidad venezolana representa un modo de vida: mayor potencial de conservar el agua potable, mayor potencial de espacios de recreación y esparcimiento, mayor potencial para la alimentación y la salud, mayor potencial para expresar la cultura.

«Por todas esas cosas, planteamos que la biodiversidad es parte vital para el desarrollo sustentable», dijo.

Alejandro Luy reflexionó que una de las actividades más importantes de Fundación Tierra Viva es la divulgación científica y la acción ciudadana. Destacó las infografías sobre la biodiversidad venezolana que la institución crea llamadas «terragramas», que ha unido a especialistas y a ciudadanos no familiarizados con especies de la fauna venezolana como las tortugas marinas. Foto: archivo Fundación Tierra Viva

A su juicio, si uno no conoce la biodiversidad no reconoce los beneficios que trae a una comunidad. Y desde allí se enmarca uno de los principales retos del venezolano: no existe una fuente única y desde las instituciones públicas que sistematice la cantidad de especies de la fauna y la flora venezolana, pese a los esfuerzos de las fundaciones sin fines de lucro. 

A través de una recopilación de varias fuentes institucionales, se conoce que en Venezuela existen 11 ecosistemas, 387 especies de anfibios, 1.426 especies de aves, 1.801 especies de peces, 415 especies de mamíferos, 419 especies de reptiles y 21.073 especies de plantas superiores. Estos datos posicionan a Venezuela en el puesto número 11 de países de países megadiversos en el mundo en función a la cantidad de animales vertebrados y plantas. 

«Por eso es tan importante la divulgación, la educación, de nuestra biodiversidad. Porque, si bien el primer paso es tener los datos, es indispensable generar conciencia y acciones para proteger y mejorar nuestra calidad de vida», dijo Luy.

Al evento asistieron más de 100 personas, incluyendo a 10 jóvenes Scouts de la Gran Caracas. Fotografía: archivo de Fundación Tierra Viva
Investigar para preservar

¿Las guacamayas llegaron a las ciudades venezolanas para quedarse? Para María de Lourdes González, bióloga e investigadora de la Universidad Simón Bolívar, aún no hay respuestas. Su enfoque para preservar las 4 especies del género Ara que ahora están en Caracas es desde la investigación. 

«Si bien el 3 % de nuestras especies [de aves] están amenazadas, la mayoría están disminuyendo su población. Entre esas están las guacamayas», dijo de Lourdes. Según sus investigaciones, ahora el 80% de las especies guacamayas que se encuentran en Venezuela están en Caracas. 

Y si bien se ha demostrado que se adaptan al ambiente, no se ha evaluado el impacto de su introducción a la fauna urbana y de sus ecosistemas de origen, así como el impacto mutuo socioambiental que tiene el humano con estas aves. 

María de Lourdes González advirtió que se han observado pequeñas poblaciones de guacamayas en las ciudades de Maracay y Valencia. Fotografía: archivo de Fundación Tierra Viva

Otras especies que se han involucrado en la vida urbana son los perezosos, y el Centro de Rescate y Rehabilitación Chuwie dijo en el evento que han atendido a más de 1.000 perezosos entre 2020 y 2025 en las ciudades más pobladas del estado Miranda y en la capital venezolana. 

«Más del 30 % de esos rescates tienen que ver con el tránsito: que los perezosos caminaban cerca de las vías, heridos, o por accidentes viales o del cableado eléctrico», enfatizó Juan Carlos Rodríguez, uno de los fundadores del centro de rescate. 

«A diferencia de otras especies, los perezosos no tienen tanta investigación en el país. Por eso hemos empezado a monitorear algunos ejemplares para saber cómo cuidarlos mejor, por qué ahora hay más en las ciudades», anunció. 

Rodríguez advierte de la alta probabilidad de un subregistro de incidentes con perezosos en la región central de Venezuela debido a la cantidad reducida de voluntarios y de personas que reportan a la Fundación de forma directa. Fotografía: Fundación Chuwie (El Estímulo, 2022).
Preservar para educar

Para Ana Ruiz, miembro de los Guardaparques de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, la situación del oso frontino (Tremarctos ornatus) es crítica en Venezuela: la expansión de la agricultura en los hábitats de esta especie «en peligro» de extinción va en aumento. 

«Una de las propuestas que hemos mantenido por 25 años es crear un corredor biológico, conectar, entre el Parque Nacional Yacambú y el Parque Nacional Terepaima», dijo Ruiz. «De esta forma podemos formalizar acciones de conservación junto a la ciudadanía (…) y hacerle entender a ellos la importancia ecológica que significa mantener a esta especie». 

Ruiz advirtió que se han registrado casos de agresión de humanos (victimarios) hacia los osos (víctimas) porque consideran a la especie una «amenaza» para la ganadería de la zona o por miedo y desconocimiento ante la especie. Fotografía: Tambako The Jaguar (Flick)

Un dilema similar enfrenta Fudeci (Fundación para el Desarrollo de las Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales): «Uno de los grandes desafíos para conservar a los caimanes es que algunas poblaciones humanas se alimentan de estas especies en peligro de extinción», dijo Omar Hernández. 

Aun así, la fundación ha logrado que más de cinco instituciones se dediquen al cuidado de más de 2.000 de estos reptiles venezolanos. «Una de las claves es crear eventos y redes de apoyo para generar conciencia. Uno de esos eventos es la liberación de los caimancitos, que a los niños les queda para siempre en su memoria esa experiencia de ayudar», comentó Hernández.

Hernández aclaró que las actividades de conservación del caimán del Orinoco en Venezuela se ha llevado a cabo en al menos cinco hatos en los estados llaneros del país, complementando los esfuerzos de la comunidad científica de proteger a la especie. Fotografía Fundeci
Educar para seguir investigando

Margarita Lampo —bióloga y Presidente de Fudeci y miembro de número de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales— advirtió que las técnicas efectivas de conservación de las ranas arlequines, y en especial del sapito de Rancho Grande (Atelopus cruciger, endémica de la cordillera de la costa venezolana), aún no se ha sistematizado en América Latina. 

Sin embargo, reconoce que distintos equipos de la región están creando las primeras investigaciones sobre la efectividad de la conservación de estas especies para contrastar y discutir entre la comunidad científica. 

«El mayor reto de la conservación de estas especies es el monitoreo: las ranas son tan pequeñas y se esconden tan bien que los científicos pierden el rastro», dijo Lampo. Una de las estrategias que está usando ella y su equipo es poner diodos a los especímenes para monitorearlos o mantener mallas de 220 metros cuadrados para evitar la migración extensiva. 

«Nuestros esfuerzos están en los centros de investigación, y uno de ellos está en el zoológico Leslie Pantin, en Cagua (estado Aragua), para enseñar y divulgar lo que hacemos», resaltó, ya que los anfibios son el taxón más amenazado, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN): tres de cada cinco especies de ranas están en vulnerabilidad de extinguirse. 

Otra iniciativa que se ha enfocado más a la ciencia ciudadana y la educación es Fundación Esfera, dedicada a la protección de las águilas harpías en el país. 

«El trabajo de enseñanza ha sido de décadas (…), pero uno de los logros es saber que las comunidades donde asistimos consideran que matar a un águila es lo peor que ellos pueden hacer», dijo Alexander Blanco, médico veterinario y fundador de la Fundación Esfera. «La ciencia ciudadana ha reconocido que estas aves presentan un potencial para mejorar los ecosistemas donde viven». 

Ese es uno de los objetivos a los que quiere llegar Guarenas Renapo, una organización dedicada al monitoreo y conservación de las dantas en el Parque Nacional Waraira Repano (El Ávila). 

«Una vez que hemos confirmado la presencia de las dantas en la montaña con cámaras trampa (…), hemos ido a varias escuelas para enseñar sobre estos animales», dijo Martha Sulbarán, miembro de Guarenas Repano. «Es impresionante cómo la gente se conecta con un animal que es una parte importante para nuestra cultura, pero que se olvida y no se enseña ni se cuida». 

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Fotografía de portada: archivos de Fundación Tierra Viva

Sobre Fundación Tierra Viva

Organización venezolana, no gubernamental y sin fines de lucro fundada en 1996 dedicada a la educación, promoción y ejecución de proyectos sobre el desarrollo sustentable a través de estrategias de participación y acción social.

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